Desde que llegamos a casa de Ángel para ver de terminar de vestir al novio, con los nervios típicos de un día tan señalado, supimos que este reportaje de boda de Santa Cruz de la Zarza, sería inolvidable. Cuando vimos a Gema, confirmamos nuestras sospechas, sería un gran día. La alegría de los novios se contagiaban se hacía extensible a los familiares y amigos, lo que convertiría nuestra jornada de trabajo en un recorrido de placer.
Se olvidaron por completo de nosotros y pude hacer mi trabajo como realmente me gusta, el de una mirada indiscreta que les vigila.